Sangre de Cristo inocentísima, derramada hasta la última gota en tu Pasión, hecha precio de mi rescate, embriágame.
Sangre de Cristo, con la que nos dejaste rubricado el Testamento de tu perdón para siempre, embriagáme.
Sangre de Cristo que clama, con más fuerza que la de Abel, no venganza sino misericordia, embriágame.
Sangre de Cristo, Sangre del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, no me seas causa de condenación sino de salvación.
Sangre de Cristo, que tan copiosamente brotas de las cinco llagas, anega en Ti mi vida de desamor y culpas.
Sangre de Cristo, tíñeme para que el Ángel exterminador no me hiera.
Sangre de Cristo, que infundes fortaleza en los mártires, embriágame de tu virtud, que mi debilidad humana sólo se podrá curar con la transfusión de tu Sangre Divina.
Sangre de Cristo, que haces germinar pureza en las vírgenes, embriágame de tu santidad para "siempre ser tu azucena humilde y pura, conservando entre espinas mi blancura por tu Madre a tu pecho trasplantada".
Sangre fecunda del costado de Cristo, de donde brotó una Iglesia santa, embriágame.
Sangre de Cristo, oculta en el cáliz de la misa, embriágame.
Sangre de Cristo, que enciendes el celo de tu gloria en las almas de los Confesores, embriágame de ese santo celo por las almas.
Sangre de Cristo, que pides la mía, embriágame para que arda en deseos de derramarla por Ti y por las almas.
Haz que pierda ya el gusto de lo sensual y mundano, y hazme loco de amor por Ti. Embriágame.